miércoles, 26 de marzo de 2014

REMEDIO CASERO CONTRA LA INVISIBILIDAD

Somos miles, somos millones. Así lo demostramos todos y todas los que tuvimos  oportunidad el pasado 22 de marzo en Madrid, en una manifestación que ya podemos calificar como histórica por lo que a participación ciudadana se refiere.

Las Marchas de la Dignidad lograron concentrar en la capital a unos dos millones de personas pertenecientes, o no, a distintos colectivos, asociaciones, plataformas, etc., unidas bajo el lema “PAN, TECHO Y TRABAJO”, derechos reconocidos oficialmente por nuestra Constitución.

Sin embargo, eso no es noticia. Amanecemos hoy con la sensación de haber sido invisibles y, por supuesto, más indignados que nunca.

Los medios de comunicación, movidos por los hilos de los intereses de las más altas esferas del poder, como si de marionetas se tratase, se han encargado de empañar nuestra jornada de reivindicación absolutamente pacífica con la difusión de imágenes de los altercados ocurridos al final de la manifestación y, cómo no, de invisibilizarnos con la noticia de la muerte de Suárez, el primer presidente del gobierno de los que muchos y muchas se atreven a llamar Democracia (sin entrar en debates de si fue mejor o peor).

Y yo me pregunto: ¿por qué es más importante una única persona que dos millones de personas? ¿por qué son más importantes sesenta y pico policías heridos que la gente que muere desprotegida a consecuencia de los recortes en sanidad, en servicios sociales y dependencia, o asesinada mediante “suicidio” porque perdieron todo a causa de la crisis?

Porque pienso que una vida vale una vida, y que toda vida es tan digna como cualquier otra, siento el deseo imperioso de aportar mi granito de arena para, en la medida de lo posible, hacer visibles a todas las personas que luchan incansablemente por vivir en un mundo mejor, porque ellos y ellas son los auténticos patriotas (y no hablo de banderas, el que tenga dudas que busque en el diccionario).

Así, como remedio casero contra la invisibilización os voy a contar la experiencia que vivió el grupo del Alto Palancia que participó en las Marchas de la Dignidad.

El sábado 22 de marzo, a las 7:30 de la mañana, nos recogía un autobús procedente de Betxí en la puerta de la Cooperativa de Segorbe para llevarnos a Madrid, donde nos uniríamos a las Marchas de la Dignidad.

Éramos un grupo diverso, algunos pertenecientes a colectivos o asociaciones de la comarca, otros no…lo importante es que nuestra meta era la misma: llegar a Madrid y formar parte de la manifestación que nos iba a dar la oportunidad de expresar nuestra disconformidad ante el ataque a nuestros derechos del que estamos siendo víctimas desde hace años.

Habíamos realizado un gran esfuerzo entre todos por llenar el autobús y, por fin, allí estábamos en la parada, haciendo las presentaciones pertinentes, saludándonos, organizándonos. Si tuviera que definir con una palabra el ambiente que se vivió desde ese primer instante diría que era de alegría.

Creo que no me equivoco si digo que todos éramos optimistas y conscientes de que íbamos a participar en una jornada histórica, ya que no nos cabía la menor duda de que el encuentro en Madrid con todas las columnas desplazadas desde todos los puntos de España iba a ser multitudinario, de manera que tendría una gran repercusión. Se nos iba a oír porque íbamos a ser miles unidos por un mismo objetivo.

Nuestro autobús nos dejó enfrente de la estación de Atocha. Llegaban autobuses sin parar procedentes de todas partes de España. Ya se podía ver mucha gente en las calles y, después de comer en el Retiro, asistimos a la llegada de varias de las columnas entre aplausos de la gente: Euskadi, Extremadura…. Vivimos momentos muy emocionantes.

Observamos todo con la misma ilusión con la que se ve algo por primera vez, intercambiamos opiniones, nos fuimos conociendo mejor unos a otros de camino a la estatua de Velázquez, donde habíamos coordinado concentrarnos con el resto de la gente de País Valencià.

Fue entonces cuando llegó el momento que yo considero de los más importantes del día: el despliegue de la pancarta que varios compañeros habían realizado y que decía “ALTO PALANCIA EN LUCHA”. Probablemente no fuera la pancarta más bonita, ni la más vistosa, pero se convirtió en un símbolo de unión al instante.

Algunos nos planteábamos encontrarnos con nuestros respectivos colectivos, pero nos informaban que no se podían mover de Atocha, dada la gran afluencia de gente. Era imposible avanzar, de manera que decidimos permanecer juntos bajo aquel lema que resumía nuestro sentimiento. De esta manera, nos unimos al resto de manifestantes camino a Colón, todos juntos independientemente de colores, ideologías…estábamos allí por lo mismo.

Nuestra pancarta sirvió de referente para encontrarnos, para no perdernos entre la multitud. La gente nos preguntaba de dónde veníamos. Había muy bien ambiente. Todavía hoy resuena en mi cabeza el grito “¡¡que viva la lucha de la clase obrera!!!”.

Decidimos no meternos en Colón para poder llegar a tiempo a encontrarnos con el grupo de Betxí y coger a la hora acordada al autobús. El camino de vuelta nos impresionó: calles plagadas de antidisturbios por todas partes, mientras la gente regresaba paseando tranquila y haciendo comentarios sobre el éxito de la manifestación. Ese fue nuestro camino de vuelta a Atocha. Comenzaban a pasar ya los vehículos de los servicios de emergencias a toda velocidad con sus sirenas, por lo que se deducía que algo estaba ocurriendo.

Una vez enfrente de Atocha cortaron la calle, lo que imposibilitaba el acceso de los autobuses. Llegaban furgones y más furgones y los antidisturbios formaban delante de nosotros atentos a cualquier movimiento extraño, sembrando el miedo.

Cruzamos a la estación mientras nos pasaban por delante varios encapuchados que movían una valla. Algunos les dijeron que se estuvieran quietos y no hicieran ninguna tontería. Comenzaban a llegar algunos autobuses, pero el nuestro no tenía posibilidad de llegar hasta allí. Rodeamos la estación siguiendo las instrucciones del conductor, que nos llamaba intentando encontrar la mejor manera de llegar donde estábamos.

Finalmente, volvimos a la puerta de la estación, donde nos quedamos a esperar frente a 4 furgones con sus 4 formaciones de antidisturbios. Fueron minutos de auténtica tensión. Intentábamos mantener la calma y charlar con la mayor normalidad posible delante de ellos.

Al rato, se subieron a los furgones y se marcharon. Nos dirigimos hacia el final de la cola de autobuses siguiendo la acera para ver si por fin llegaba el nuestro. Sólo queríamos subir al autobús y marcharnos a casa. Parece ser que mientras subíamos ya había altercados en la puerta de la estación, donde habíamos estado hacía un momento. Nos habíamos librado por los pelos.

Resumiría nuestra pequeña aventura diciendo que fue un día lleno de emoción, y de tensión al final, pero sobre todo de satisfacción. Sí, regresamos con la satisfacción de haber estado allí, de haber sido partícipes de lo bueno…..y yo, personalmente, con eso me quiero quedar, y no con las imágenes de los altercados que no paran de mostrarnos por la televisión porque, de los dos millones de personas que estuvimos en Madrid, no fue la mayoría la que protagonizó esos patéticos episodios, y esas personas también cuentan.

Sin embargo, hoy la policía es víctima para justificar un despliegue de medios absolutamente desmesurado y criminalizar a la gente que se manifestó, sin que algunos medios diferencien entre una mayoría pacífica y una minoría violenta en la que es fácil encontrar infiltrados, como se ha comprobado en otras ocasiones.

Quiero terminar dando las gracias a la gente del Alto Palancia y Alto Mijares, y a los compañeros de Betxí y Sagunto con los que compartí este viaje, que demostraron que lo importante es lo que nos une y no esos matices que a veces nos separan.

También quiero agradecer el interés y la preocupación de aquellos que sabían que estábamos allí y que nos llamaron para asegurarse de que estábamos bien, y de los vecinos y conocidos que todavía hoy nos preguntan por la calle.

Y, por supuesto, agradecer al Colectivo Eupv-Altura que me haya cedido este espacio para hacer mi crónica personal del 22M, como un pequeño remedio casero contra la invisibilidad.

Nos robarán todo, menos la DIGNIDAD. La lucha continúa en el Alto Palancia, que nadie lo dude.

Elena.






martes, 4 de marzo de 2014

EUPV- ALTURA CON LA MUJER TRABAJADORA

 El Colectivo EUPV-Altura tiene el placer de invitaros al acto que ha preparado para el viernes 7 de marzo, en nuestra sede de la C/ Berro nº 38, con motivo de la celebración del Día de la Mujer Trabajadora.

 A partir de las 18:00 h. tendréis la oportunidad de visitar la exposición titulada "Camí cap a la Igualtat", que realiza un interesante recorrido  por la Historia del Movimiento Feminista y sus protagonistas.






 A las 19:30 h., en el mismo lugar, proyectaremos la película "Clara Campoamor. La mujer olvidada", que narra la difícil batalla de la mujer que consiguió el sufragio femenino en España. El día 12 de febrero se celebró el 126 aniversario de su nacimiento, por lo que pensamos que es un buen momento para recordar la figura de una de las luchadoras feministas españolas más destacadas.




 Al finalizar la película podremos comentarla, si nos apetece, mientras tomamos un pequeño aperitivo. Nuestra intención es simplemente aprovechar este día de reconocimiento a las mujeres para pasar un rato entretenido y agradable que, además, nos ayude a reflexionar sobre los obstáculos que han encontrado y siguen encontrando, desgraciadamente, las mujeres en el tortuoso camino por la consecución de la igualdad.



Manifiesto 8 de marzo: Contra el ataque a nuestros derechos, insumisión feminista


Estamos asistiendo a uno de los momentos históricos de mayor ataque a los derechos de las mujeres. La derecha está agrediendo a los pilares más básicos de la democracia, como es la aspiración a la que tenemos derecho todas las personas a la libertad, a la autonomía  personal, al acceso a los recursos y a la igualdad entre todos los seres humanos.

Esta grave regresión se manifiesta de manera categórica respecto a los derechos humanos de las mujeres, fruto del reforzamiento de las posiciones más retrógradas del sistema patriarcal, que, con la excusa de la crisis económica, ha visto las posibilidades abiertas para deconstruir todo lo conseguido.

El retrógrado planteamiento sobre el derecho al aborto y a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que representa el anteproyecto de ley que defiende el Gobierno del Partido Popular, deja al descubierto la especial saña del empleo de la política contra los derechos de las mujeres. El intento de forzar la maternidad o que se aborte clandestina y peligrosamente, es la expresión más cruenta de la consideración patriarcal, androcéntrica y misógina del gobierno y de su Ministro de Justicia.

La lista de normas segregadoras y sexistas como la de reforma laboral y la reciente ley de educación es abrumadora. Los recortes en sanidad y en la asistencia en la dependencia, la provisionalidad en los empleos, la privatización de lo público... son medidas que están produciendo un impacto de género que se está traduciendo en el incremento de la feminización de la pobreza y la intensificación de los valores represores de la autonomía de las mujeres.

La asignatura de religión en la escuela pública y la exclusión de la educación sexual y reproductiva de ella, no sólo es consecuencia de la injerencia del clero heredero del franquismo en las decisiones gubernamentales, sino que pretenden instaurar el modelo ya caducado, de mujeres obedientes y sumisas.

Desde IU llamamos a la insurrección e insumisión feminista contra todo intento de vuelta al pasado, contra todas aquellas decisiones que pretendan mantenernos a las mujeres como seres subordinados, contra cualquier tentativa de represión de nuestra sexualidad  y contra nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.